El bochorno del final de la Copa América en Estados Unidos
El epílogo de la Copa América en Estados Unidos fue marcado por el bochorno y la violencia. La organización del torneo se vio desbordada y no supo manejar las conductas inapropiadas del público. En el Hard Rock Stadium, donde Argentina se coronó campeón, se vivieron escenas de caos y descontrol. Gente saltando rejas, peleando con la policía e intentando ingresar por los ductos de aire. Todo esto reveló la falta de experiencia de la organización para lidiar con situaciones fuera de lo esperado.
En un país como Estados Unidos, con una cultura futbolística menos arraigada, la Copa América pasó prácticamente desapercibida para gran parte de la población. Si bien las comunidades latinas aseguraron una buena presencia en los estadios, el resto de la gente mostró indiferencia e ignorancia hacia el evento. Esto contrasta con lo que hubiera sucedido en cualquier país sudamericano, donde la Copa América hubiera generado un gran impulso económico y turístico. Este desinterés generalizado plantea interrogantes sobre cómo será la organización del Mundial en 2026, cuando la FIFA aterrice en América del Norte.
Un torneo desangelado y desequilibrado
La Copa América en Estados Unidos fue un torneo desangelado en cuanto al nivel de las selecciones participantes. Los invitados de Concacaf, como México y Estados Unidos, no cumplieron con las expectativas. Costa Rica, Panamá y Jamaica estuvieron a la altura de sus realidades, sin destacarse. Solo Canadá, a pesar de ganar solo 1 de los 6 partidos, logró llegar a las semifinales. En resumen, el nivel de las selecciones estuvo por debajo de lo esperado.
Uno de los problemas organizativos del torneo fue el desequilibrio generado por el sorteo. México y Estados Unidos fueron designados cabezas de serie, a pesar de no tener el estatus para serlo. Esto fue un gesto de Conmebol hacia sus pares de Concacaf, pero generó un desbalance en la competencia. Brasil, Uruguay y Colombia quedaron del mismo lado de la llave, y se volvieron a cruzar en los playoffs, lo cual resultó desproporcionado e injusto.
El flojo nivel y las quejas de los entrenadores
El bajo nivel del torneo se debió, en parte, al flojo rendimiento de algunas selecciones tradicionalmente competitivas. Chile, Paraguay y Perú atraviesan crisis profundas en su fútbol. Ecuador y Venezuela, en cambio, mostraron signos de evolución y progreso. Uruguay tuvo un rendimiento irregular y se vio envuelto en un escándalo.
Brasil fue la gran decepción del torneo. Si bien nadie logró vencerlos en los 90 minutos, sufrieron una eliminación penosa por penales. Además, su máxima estrella, Vinicius, se perdió la final y tuvo que verla desde la platea.
Las quejas de los entrenadores fueron constantes durante el torneo. Se reclamaron arbitrajes polémicos, especialmente por parte de Chile, que realizó un comunicado oficial a la Comisión Arbitral de Conmebol. Dorival, el director técnico de Brasil, también expresó su malestar por sentirse perjudicado.
Campos de juego en malas condiciones y un descuido organizativo
Otro de los problemas del torneo fue el estado de los campos de juego. Conmebol exigió césped natural en todos los estadios, para asegurar las mismas condiciones en todos los partidos. Sin embargo, en Estados Unidos predominan los campos de césped sintético, ya que son utilizados principalmente por equipos de fútbol americano y para otros eventos. El fútbol no es una prioridad y esto se vio reflejado en la Copa América. ¿Qué sucederá en el Mundial 2026? ¿La FIFA tomará nota de los errores cometidos?
Además, se criticó el descuido en la planificación y organización del torneo. Los campos de entrenamiento y las canchas estaban en malas condiciones. A pesar de los avances tecnológicos existentes en Estados Unidos, es imposible que un césped natural colocado días antes de un partido esté en buenas condiciones. Parece que Conmebol no previó esto o simplemente no le importó. Los estadios cumplieron con la exigencia de tener césped natural, pero las imperfecciones eran inevitables.
Otro detalle que generó polémica fue la rigurosidad con la que se trató a los entrenadores que no respetaron los quince minutos de entretiempo, mientras que en la final se permitió un descanso de 20 minutos para un show musical. Esto muestra una falta de coherencia en las normas del torneo.
Asistencia engañosa y violencia en el epílogo
En cuanto a la asistencia, se lograron buenas convocatorias gracias a la presencia de Estados Unidos y México, así como a las comunidades latinas y atractivos como Argentina y Brasil. Sin embargo, es importante tener en cuenta que muchas entradas fueron adquiridas con fines de reventa y muchas veces los asientos no estaban ocupados a pesar de que las entradas se hubieran vendido todas.
El bochorno del final de la Copa América quedará como una imagen de caos y violencia. Muchas personas decidieron ingresar al estadio sin tener una entrada, lo que llevó a un retraso de una hora y media en el partido final. Mientras tanto, el presidente de Conmebol pateaba pelotas a una tribuna vacía en compañía de dos artistas. Esto refleja cómo el negocio y la falta de organización primaron por encima de lo esencial en el torneo.
En definitiva, la Copa América en Estados Unidos fue un torneo marcado por la falta de experiencia de la organización para lidiar con situaciones fuera de lo esperado y por el desequilibrio en la competencia. Además, el bajo nivel de algunas selecciones, los campos de juego en malas condiciones y los descuidos organizativos también dejaron mucho que desear. ¿Será que la FIFA tomará nota de estos errores de cara al Mundial 2026?