DESDE MARADONA AL ESTADO JUSTICIALISTA
Diego Armando Maradona, con sus pro y contras, emerge como un ícono de poder y rebeldía.
Por Luis Gotte. Especial para Urgente.Lat
Corría el año 2014, y Maradona, ese dios del fútbol, se encontraba en Dubai. La hija del rey celebraba sus 15 años, y la élite oligárquica de las arenas de Asia se congregaba en un fastuoso evento. Pero Maradona no era un títere de la monarquía. No, él era el rebelde, el que se metía en la piscina, se tomaba unas cervezas y a las 20 hs, con la insolencia de un libertador, le comunicó a su manager que no asistirá y le avise al Rey que posponga la fiesta de cumpleaños de su hija para el día siguiente. ¿Por qué? Porque Maradona tenía el poder de decidir.
A las pocas horas, Maradona es deportado de Dubai. Debe elegir su destino: Bielorrusia o México. El líder bielorruso, Alexander Lukashenko, lo esperará con los brazos abiertos, firmando un contrato deportivo, pero pronto se desvaneció. A Maradona no le gustaba el clima de la región.
El poder no solo reside en el poder del dinero, sino en la libertad de decir “no”. Maradona partió hacia México, como un gaucho errante, buscando su propio camino. Le importa un carajo lo que los poderosos digan, sí le importa lo que su pueblo piense de él.
Argentina, en tiempos de Juan D. Perón, era potencia. Su voz resonaba en la América Hispana y más allá. En la Conferencia de Bandung, Indonesia, en 1955, Perón iluminaba a los nuevos líderes de los movimientos de descolonización afroasiática. Su gobierno, con su lenguaje de liberación nacional, inspiraba a los pueblos. El poder no solo se mide en riquezas, sino en la capacidad de influir, de cambiar el curso de la historia. Eso te da respeto.
Pero hoy, nuestra Argentina está rota. Empobrecida y asfixiada financieramente, sin intentar luchar por recuperar la grandeza perdida. El 60% de nuestro pueblo vive en la pobreza. Nuestro presidente, de dudosa racionalidad, enfrenta desafíos titánicos. Ya no podemos sentarnos con nadie de igual a igual. No nos toma en serio. El respeto hacia la Argentina se ha desvanecido, como un sueño efímero.
Maradona y Perón, el hecho maldito para la colonialidad, dos nombres que resuenan en la memoria colectiva, un desafío al poder del dinero y oligarcas, nos enseñan que ante el poder no podemos arrodillarnos, pero, para eso, también debemos construir un umbral de poder, el poder mínimo que necesita un Estado para no caer en el estadio de subordinación en un momento determinado de la historia
Hoy, en la encrucijada de este escenario, debemos zambullirnos en aguas inciertas y turbulentas para elegir nuestro propio camino. Porque el poder, en última instancia, reside en nuestras manos y en la pasión rebelde que arde en nuestros corazones. Necesitamos nueva conducción.